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Sobre Tanatología y muerte


¿Qué es la muerte?

Si lo enfocamos desde el punto de vista biológico, la muerte ocurre ante la detención completa y definitiva de funciones vitales. Es un tema que ha sido abordado por varias disciplinas, sin embargo dentro del área científica es la Tanatología quien se encarga de su estudio. Desde Sigmund Freud quien escribió en 1915 su obra “Duelo y melancolía” con la cual introduce el término en la escuela psicoanalítica. Freud se refiere al duelo como un requerimiento pulsional y explica que en ocasiones puede manifestarse por medio de adicciones hacia la comida, alcohol, drogas, entre otras.


De manera más puntual fue Elizabeth Kübler Ross quien profundizó en el estudio de la muerte. Médica de origen suizo, quien aportó aproximadamente una decena de libros sobre el tema. Dedicó gran parte de su actividad laboral a encontrarse con enfermos terminales, por lo que describió una serie de pasos que experimentan las personas antes de morir y que constituye el proceso de duelo.

También debemos reconocer a Víctor Frankl, médico psiquiatra de origen austriaco y religión judía quien vivió los horrores en un campo de concentración en la segunda guerra mundial. Durante los años difíciles que atravesó en esa época, observó y analizó a la vez la manera en que las personas se aferraban a la vida cuando otros pensarían que no había razones para hacerlo. Él se dió cuenta de que los supervivientes eran personas que aún encontraban un por qué ante todo el sufrimiento. Es así que años después crea la escuela de psicoterapia conocida como Logoterapia, su objetivo es que la persona logre encontrar un cometido o sentido a la vida, algo que realizar aún en la vida, de manera que le otorga un sentido al sufrimiento.


Y por último, muy relacionada a la logoterapia y dentro del área psicológica encontramos la resiliencia. ¿Qué es o qué significa? Es la capacidad de las personas para reponerse ante los hechos considerados trágicos. ¿Cómo se logra? A través de un trabajo que tiene como objetivo desarrollar al máximo las potencialidades del individuo, identificar sus fortalezas, habilidades y posibilidades que hay dentro y fuera de ellos, para de esa manera hacer frente a las dificultades cuando así sea necesario.


A pesar de lo doloroso que puede ser el proceso de morir, la muerte en sí misma, tanto para el enfermo como para su familia -y equipo de salud incluso- el duelo que se experimenta y que parece insoportable, viviéndolo, sufriéndolo y realizando un trabajo de duelo, puede ofrecer la oportunidad de que a través de la muerte se encuentre otro sentido a la vida. Es decir, ante un acontecimiento tan desolador, se obtiene un sentido al vivir cada momento del día, aún inmersos en un bullicio que parece no reconocer lo que la persona doliente está sintiendo. Es difícil comprender y aceptar la muerte, pero lo cierto es que será una experiencia que en su momento debemos afrontar con los recursos personales, familiares y sociales a nuestro alcance.


Encontramos la expresión de la muerte a través de las artes, así por ejemplo Dante Alighieri quien plasmó en su obra La Divina Comedia (Época Renacentista), obra que conduce a un viaje por el infierno, el purgatorio y el cielo; y también los escritores del romanticismo aluden al tema en sus obras; en fin, escritores, pintores y muralistas han plasmado en sus obras sentimientos sobre el tema de la muerte. Por otro lado, señalar que cada cultura ha construido sus creencias y ceremonias en torno a la muerte, las cuales están relacionadas a la religión. México tuvo influencia de los pueblos de Mesoamérica y de la cultura occidental, lo que hace que las reacciones y manera de vivir un duelo sean diferentes o especiales. México país de creencias y tradiciones muy arraigadas, basadas en hechos históricos que han sucedido a través de los siglos, lo cual implica una gran riqueza ideológica. Debido a que muchos mexicanos pertenecen a la religión católica las ceremonias alrededor de la muerte son en torno a los velorios, rezos, rosarios, novenario, acompañar a los deudos y dar el pésame, entre otros. Y sin duda como una tradición heredada desde los prehispánicos encontramos la celebración del día de muertos, donde se rinde homenaje y recuerdo a los seres queridos que han muerto. De igual manera el tema de la muerte en nuestro país, ha servido para marcar las diferencias sociales, lo cual sucedió a principios del siglo XX con José Guadalupe Posadas, quien resaltó la cultura popular mexicana, usando imágenes de esqueletos que pretendían hacer la representación de vanidades de gente poderosa del porfiriato, a la par con las desigualdades sociales que prevalecían. Con esto, da inicio la creación de caricaturas de la muerte, aunado a la tradición de escribir calaveritas, tradición que a la fecha es un gusto para muchas personas, como forma creativa de un humor con risas y como un juego en sí mismo. Como mexicanos vivimos esa dualidad única en la que si bien se juega y entretiene, pero a la vez se respeta a la muerte.


Nos encontramos un año más el 1 y 2 de noviembre celebrando el “Día de muertos”, o de los “fieles difuntos”, el 1 es para los difuntos adultos y el día 2 es para los niños muertos. Es costumbre colocar en las casas, ofrendas dedicadas a los difuntos, con flores de cempasúchitl, comida y bebidas del gusto del difunto, fotografías de familiares en recuerdo de ellos, juguetes para los niños, etc. Tradicionales los encuentros en sitios como el Zócalo, Mixquic en la Ciudad de México, y en otros lugares como Pátzcuaro y Janitzio, Michoacán, y en Oaxaca, entre muchos más.


Pero conviene ahora mencionar que se ha mezclado con la fiesta de Halloween de influencia estadounidense cuya finalidad es la diversión sobre todo para los pequeños, quienes se disfrazan de calabazas, brujas, fantasmas y recorren rumbos cercanos en la búsqueda de dulces, o dinero, como parte de la diversión. Sin embargo, como mexicanos debemos rescatar nuestras tradiciones, ya que implica el respeto a tradiciones ancestrales, y también por el apoyo que estas celebraciones pueden significar para las personas que están atravesando un duelo.


Sólo algo de lo inagotable que es el tema de la muerte, para reflexionar, para pensar, para prepararse, etc. De Jacinto Benavente, (1866-1954) este verso:

“A la hora de morir, sólo quisiera

para aliviar el trance doloroso,

una mano querida entre mis manos,

una cruz y una rosa ante mis ojos”


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